LO DICE EL PERUANO JAIME SAAVEDRA, ECONOMISTA Y EX MINISTRO DE EDUCACIÓN DE SU PAÍS

«Argentina, para mejorar la educación, debería ser más difícil entrar a la carrera docente»

El peruano Jaime Saavedra es un personaje singular. Economista de profesión, luego de un primer paso por el Banco Mundial, recaló como ministro de Educación en el gobierno de Ollanta Humala. Allí, llevó adelante una ambiciosa reforma educativa. Cuando asumió, Perú estaba último en las pruebas PISA. Pero de a poco comenzó a levantar. Por el consenso que tenía, Saavedra fue el único ministro ratificado por el siguiente presidente Pedro Kuczynski, una especie de Barañao a la peruana.
Pero al poco tiempo, una investigación periodística mostró irregularidades en la compra de computadoras en el ministerio. Y si bien él no estaba vinculado, el Congreso presionó para que lo echaran. Hubo marchas de respaldo, pero era tarde. Saavedra ya no tenía el suficiente apoyo político.
Tras salir del ministerio, volvió al Banco Mundial como director de Educación del organismo, hoy es la persona encargada de las políticas educativas del banco en todo el mundo.
Jaime Saavedra estudió Economía en la Universidad Católica del Perú. Obtuvo un doctorado, también en Economía, por la Universidad de Columbia, en Nueva York. A continuación, siguió una prolífica carrera en organismos nacionales e internacionales ya vinculado a temas de educación.
Tras un paso por el Banco Mundial, en 2013 llegó a ministro de Educación del Perú, donde encaró una profunda reforma. En marzo volvió al Banco Mundial, ya como director global de educación.

¿Cómo mejoraron en PISA? ¿Qué hicieron?

Tres semanas después que asumimos salieron los resultados y Perú era último. Esto tenía un impacto comunicacional y de percepción muy grande. Podemos estar en el último 10% pero ¡ser el último!… Perú ya tenía pruebas de aprendizaje nacionales y ya había una percepción de que había un problema, pero lo de PISA fue la estocada final. Nos mostró que el problema no era grave, sino muy grave; que se requería un esfuerzo de reforma educativa que nos llevara a otra velocidad. Y entonces desde el Ejecutivo y el Congreso se planteó una reforma con cuatro pilares: reforma magisterial, mejoras en los procesos de aprendizaje -las intervenciones pedagógicas en las escuelas-, mejora de la gestión del sistema y de la escuela, e infraestructura: Perú tenía en esto un déficit muy grande, de 20.000 millones de dólares, casi 10% del PBI. Los cuatro pilares fueron tomados como las ruedas de un auto: para avanzar necesitábamos que se muevan simultáneamente.

Sobre todo más inversión se necesita, ¿no?

Nada es gratis en esta vida. Sí, requería un esfuerzo financiero importante. Por 15 años, Perú había estado invirtiendo 3% del PBI en educación. Entre 2014 y 2016 lo subimos un punto: ahora está en 4,1. Es un salto muy grande en términos de gasto adicional. La participación de la educación en el gasto público pasó de 16 a 19%.

¿Y cuál fue la política docente?

Hubo un aumento sustancial en el salario de los maestros. Pero no lo hicimos de una manera homogénea, a todos igual. Buscamos asegurarnos que las promociones y ascensos estuvieran en función del desempeño.

¿Y cómo lo midieron?

Con evaluaciones a los docentes. Pusimos, por ejemplo, evaluación para el ingreso a la carrera docente, para asegurarnos que entren los mejores. Se hicieron procesos de evaluación exigentes. Incluso no se cubrieron todos los cupos que había, porque se plantearon niveles mínimos a los maestros que iban a empezar a enseñar. Invertimos más en los institutos pedagógicos, para que también la calidad de la formación sea la mejor.

La Argentina invierte 6% del PBI, sin embargo los resultados están estancados. ¿Cómo ve la situación?

Creo que ustedes están avanzando en tener una conciencia de que hay un problema grave a resolver; que hay una crisis de aprendizajes. El hecho de que se hayan implementado las pruebas censales “Aprender” es un paso importante. Ahora, tienen que seguir invirtiendo y lograr que la profesión docente sea altamente valorada. Para mí, es un punto central.

No es lo que sucede ahora…

En la Argentina, para mejorar la calidad educativa y la valoración de los maestros, en principio tendría que ser más difícil entrar a la carrera docente. Y no solo eso. Además, la sociedad, el director de la escuela, las autoridades locales debieran exigir al docente que tenga un buen desempeño en el aula. Es lo que pasa en Singapur, Finlandia, los países escandinavos, Hong Kong, China, Vietnam, que son los países donde ha habido progresos importantes en educación. Tiene que haber una exigencia muy grande al docente, que venga acompañada de un reconocimiento social de que es una carrera prestigiosa.

Deberían pagarle mejor entonces.

Sí, va con todo. Una parte es la monetaria, pero la otra es la percepción de que es una carrera exigente y de mucha responsabilidad.

¿Por qué tuvo que dejar el ministerio de Educación en Perú?

Cuando uno está en estos cargos piensa que es un técnico y no es cierto. Esos cargos son siempre políticos. Hubo varios temas pero el principal fue la reforma universitaria que encaramos. En Perú está permitida la educación privada con fines de lucro y en los últimos 20 años había crecido muy fuerte la matrícula en las universidades privadas. Algunas muy malas. Teníamos que proteger a los estudiantes. Por eso, creamos un órgano de regulación. Afectamos intereses muy fuertes, que luego presionaron en el Congreso.

¿Qué hace el Banco Mundial en relación a la educación?

Apoya el trabajo de los países, pero son los países los que definen cuántos recursos quieren poner y cuál es la reforma que quieren implementar.

¿El apoyo también es financiero?

En algunos casos sí.

¿Y con algún tipo de condiciones?

No, el banco no pone condicionamiento político. Lo que hace es apoyar los programas de los países con la experiencia que tiene en otras partes del mundo.

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