“¡Es cierto! ¡Lo ví en la tele!”

Por: Dra.Patricia Chambón de Asencio
www.patriciachambon.com

“¡Te lo digo en serio, es cierto… lo vi en la televisión!” Con esta frase como corolario, una persona refrendaba un comentario ante otra. Cuando lo oí me di vuelta para ver su expresión, porque supuse que quizá lo estaba diciendo en broma. Pero no, estaba seriamente convencida de que su fuente era fidedigna sólo por provenir de la televisión.
Un argentino medio mira 1.500 horas de televisión por año. Esto equivale a 62 días y medio, que es un promedio de casi 5 horas diarias dedicadas a ver televisión.
«La gente muestra más disposición por ser entretenida que por ser informada. En otras palabras, está mejor dispuesta a pagar por lo que quiere que por lo que necesita. Esto no es un juicio moral, sino un dato de la realidad». Esto lo dijo el doctor Antonio Ambrosini, autor de “La Cultura del Entretenimiento”, quien dirigió una investigación publicada por la Universidad de Palermo (UP) sobre la cultura de la actual sociedad de redes. Amborsini concluyó que «…hay gente que prefiere invertir más en entretenimientos que en cubrir otras necesidades, como el cuidado de su salud.» (La Nación, Cultura, 14/08/2009)
Ver televisión es el entretenimiento pasivo predilecto de millones de personas en el mundo entero. Al cumplir los 60 años, el estadounidense común habrá pasado 15 años de su vida delante de la pantalla del televisor, es decir una cuarta parte de su vida dedicada a ver la tv.
Para la gran mayoría de las personas ver la “tele” es relajante, les produce un placentero descanso donde pueden “desenchufarse” y así olvidar sus problemas por un rato. ¿Podría decirse entonces que la tv es un medio para relajarse, creando un espacio interior de sosiego y presencia? Lamentablemente no es así.
Si bien la mente se desconecta de la propia rumiación de ideas y problemas, se conecta a la actividad mental del programa de televisión. Se “enchufa” a la versión televisada de la mente colectiva y permite que esos pensamientos ocupen el espacio mental individual. La persona siente entonces que descansa mentalmente, porque cuando mira tv pasivamente no tiene que pensar. Sólo mirar… y absorber.
“Así la mente está inactiva únicamente en el sentido de no generar sus propios pensamientos. Sin embargo está absorbiendo continuamente imágenes e ideas provenientes de la programación televisiva. Esto induce una especie de estado de trance y mayor susceptibilidad similar al estado de hipnosis. Es por eso que es ideal para manipular la opinión pública como bien lo saben los políticos, los grupos de interés y los anunciantes. Es por esto que se pagan millones de dólares para sorprendernos inermes en ese estado de receptividad. Buscan reemplazar nuestros pensamientos por los que más les convienen, y por lo general lo logran.” (Eckhart Tolle – “Una Nueva Tierra”. Pág 205).
Mirar televisión nos induce un estado de letargo similar al provocado por las drogas o el alcohol, donde se inhiben los procesos mentales conscientes. El precio del tan ansiado descanso o “desenchufe” es justamente ese: adormecerse, entregar la consciencia de sí mismo. Es por esto que la tele es adictiva al igual que la drogas. ¿Cuántas veces hemos tomado el control para apagar la pantalla y media hora después seguíamos haciendo zapping? Saltando de canal en canal, de programa en programa, continuamos pegados al aparato no porque haya algo interesante, sino justamente porque quedamos atrapados en su trivialidad. Mientras más sin sentido más atrapante. Mejor para adormecerse.
Sin embargo, si el contenido del programa es de cierta calidad puede contrarrestar el efecto hipnótico. De hecho hay programas que ayudan a despertar la consciencia de las personas y han servido para mostrarles otras perspectivas del mundo y de la vida. Lamentablemente la mayoría de la programación continúa bajo el control de intereses mezquinos que sólo buscan a través del adormecimiento del televidente asegurarse el consumo de su producto, sea cual fuere. Los ejemplos huelgan y están a la vista de todos.
La televisión es utilizada como vehículo formador de opinión y como transmisor de hábitos y conductas que rápidamente se masifican. Es aquí donde debemos poner atención y darnos cuenta que si encendemos la tele en la intimidad de nuestro hogar estamos abriendo las puertas de nuestra interioridad a formadores de opinión y transmisores de un modelo de vida, que no siempre es el más saludable ni el más auténtico.
Para mirar televisión en forma saludable y consciente, hay que estar “presente”. Esto implica no perder la consciencia de sí mismo mientras se ve un programa. La forma más simple es estar presente, esto es focalizar la atención por un instante en “sentir” el propio cuerpo y la propia respiración. De esta manera se evita caer en el trance hipnótico. Es saludable eludir las programaciones que son agresivas para el sistema nervioso por la secuencia acelerada de imágenes que cambian cada dos segundos o menos. Este tipo de estímulos visuales es el causante en gran medida del déficit de atención que afecta a niños en todo el planeta y por el cual son medicados a temprana edad.
Ver la televisión por períodos prolongados no sólo aletarga, sino que induce a la pasividad y consume energía. Después de ver la tv varias horas una persona se siente cansada! Por lo tanto hay que elegir conscientemente a qué programa le vamos a destinar nuestra atención. Mientras vemos televisión estaremos conscientes de nuestro cuerpo, de nuestra respiración, retirando la mirada del aparato cada tanto para no caer en el trance hipnótico, que todos bien conocemos. No es necesario subir el volumen demasiado, ni es saludable tener el aparato encendido como un telón de fondo o una compañía parlante mientras se desarrollan otras actividades. Es muy saludable silenciar el aparato durante los comerciales y asegurarse de no ir a dormir inmediatamente después de ver la tv. Obviamente que dormirse viendo la tele es lo peor en materia de descanso que se le puede ofrecer a un cerebro cansado.
Todas estas recomendaciones son para aquellos que aún ven la tv como entretenimiento, ya que como fuente de información segura, ya se sabe que no es la más fidedigna.

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