En pampa y la vía
Hartazgo es la palabra que ayer emergía no sólo del ánimo generalizado de la población que cotidianamente tiene que transitar entre Madryn y Trelew por cuestiones laborales o personales, sino por quienes eligieron la Patagonia sur para vacacionar y se encontraron una vez más con la Ruta Nacional N3cortada por una protesta laboral, pero además infringiendo toda legalidad y cortando además la Ruta 1 alternativa, dejando literalmente incomunicada a dos partes importantes del país.
Independientemente de las razones que tienen o no los trabajadores, el conflicto entre privados ha derivado recurrentemente casi en una toma de rehenes a la ciudadanía, optando por un escenario público de características singulares, ya que se trata del único paso hacia el norte y sur del país.
Una fórmula que resulta
En este caso se trata de catorce marineros que fueron despedidos por una pesquera debido a que por una protesta en el ingreso de planta la empresa decidió indemnizarlos y prescindir de sus servicios. Estos trabajadores a la vez protestaron porque antes habían despedido tres aparentemente líderes de permanentes conflictos en la flota. Desde la lógica empresaria, deshacerse del personal que no está conforme con las condiciones de trabajo pagando toda la indemnización que corresponda es un derecho. Desde la lógica obrera perder la fuente de trabajo de manera masiva por ejercer un derecho a huelga es una injusticia. Como fuere sigue siendo un conflicto entre partes. El problema tal vez es que hay un ejercicio del uso de la ruta como único canal para ejercer una presión efectiva sobre el estado, y en este contexto, quien institucionalizó meterse en conflictos privados del sector pesquero con soluciones, dinero, expropiación y hasta comité de crisis ha sido precisamente el Estado.
Los cortes de esta ruta se han dado sistemáticamente desde hace casi dos años desde la intromisión del Estado en los asuntos de Alpesca. Cada vez que tardaban en pagarle el subsidio a los más de mil trabajadores, la ruta era el botín de esa guerra liderado por gente del STIA. Cuando se agudizó la crisis de los estatales de la Salud, con un corte de tránsito lograron que los atendieran de inmediato en Rawson. El mismo mecanismo lo adoptó la UOCRA y por supuesto el SOMU.
¿Por qué es tan efectiva la medida? Porque definitivamente están fracasando las mediaciones de los interlocutores oficiales.
Literalmente los trabajadores se sienten indefensos ante la intervención de los organismos del Estado que deben garantizar la seguridad laboral, pero también el entendimiento entre partes. Del mismo modo numerosas empresas que sienten que no tienen ninguna garantía ante el accionar muchas veces extorsivo de grupos sindicales politizados. Todo esto también tiene que ver con la política económica o productiva que se impulsa.
Falla la cabeza
Y cuando fallan los “mediadores” administradores y autoridades elegidas para ordenar un territorio, para clarificar condiciones y poner reglas claras de producción y desarrollo, falla la gobernabilidad.
Si el término en el coloquio vecinal que pervive es “hartazgo”, definitivamente el emergente que subsiste sobre el escenario político y social es la idea de “anomia”. Un término que se emplea en sociología para referirse a “una desviación o ruptura de las normas sociales, aunque no de las leyes”. “Se supone que la anomia es un colapso de gobernabilidad por no poder controlar esta emergente situación de alienación experimentada por un individuo o una subcultura, hecho que provoca una situación desorganizada que resulta en un comportamiento no social”.
Una postal agotadora
Ayer como tantas otras veces, apostados en la Ruta 3, demorados y rehenes de una situación entre partes una cola de kilómetros de autos se tuvo que aguantar horas y horas para intentar pasar cada 30 minutos algunos vehículos ya que sólo se abría el paso unos 15 minutos. Turistas en colectivos que no llegaban a trasbordos comprometidos en otros destinos, camiones con cargas que perjudicaron con el retraso otras producciones, gente con problemas de salud que tenían turnos en Trelew o Madryn que terminaron perdiendo, cancelación de reservas hoteleras porque muchos replegaron el viaje, desesperación de vecinos que tienen parientes en situación terminal internados, mujeres embarazadas, ancianos que se trasladaban con familiares a visitar a alguien y quedaron literalmente varados y descompensados, después de una lluvia torrencial, una humedad penetrante y un sol que no se amedrentó, en fin…un mundo de vivencias, sinsabores, frustraciones y sobre todo reflexiones intensas y hasta irreproducibles sobre el rol del Estado y su capacidad de intervención en la vida “real” de sus gobernados. Es probable que mañana o pasado, la empresa retome alguno de esos catorce empleados y se saque de encima otros. Es probable que parte de esos trabajadores logren su cometido: salvar algunos puestos de laburo y marcar límites al empresariado. En cualquiera de los casos se tratará de un trámite, pero uno que le ha afectado la vida de todo el resto del entramado social, por falta de intervención y gobernabilidad.
En la ruta, además de las fuerzas de seguridad que apenas miraban lo que sucedía, hasta el cierre de esta edición no se había apersonado ningún funcionario. Tampoco surgió ningún comunicado oficial, u otra medida que mostrara intención de tomar partido, como si se tratara de esperar que termine el trámite mencionado. Aunque sea para intentar alguna alternativa disuasoria o como para iniciar un marco de diálogo superador que abra puertas a una solución y libere a los `rehenes´ en tránsito. Ni ministros, ni secretarios, ni intendentes, ni mucho menos gobernador. Todos en sus casas. Los demás, literalmente en pampa y la vía. Para pensar…