Ya tenemos que comenzar a hablar de lo que viene, a analizar los rivales, a emprender viaje hacia Brasilia, …. Cuando todavía no terminamos de disfrutar la angustiante victoria de Octavos de final frente a Suiza, como el título lo expresa, la Copa del Mundo no te da tiempo, no te da respiro, no te deja relajar, es así excitante, plena de emociones, imprevista, se vive intensamente, con mucha adrenalina, apenas tuvimos un paréntesis de un día y ya partimos en búsqueda de un nuevo objetivo.

Seguramente allá, se analizará mucho mejor la actuación de la selección, o por lo menos con otro punto de vista, más desapasionado tal vez, o más crítico, para quienes estamos aquí es inevitable dejarse influenciar por los momentos más emotivos, por la felicidad de seguir, por la realidad que nos indica que a todos los grandes les costó muchísimo pasar de fase, que todo es muy difícil, que además de jugar hay que ligar, y tratar de transmitirles entonces vivencias que tal vez la televisión no permita ver.

Dejo por un rato la selección, para contarles que nos impactó San Pablo, una ciudad moderna, populosa y cosmopolita, donde viven once millones de personas. Su arquitectura, su modernidad, su tránsito, todo abruma, agobia y nos hace abrir los ojos bien grandes ante tamaña ciudad, con mayoría de Corinthians, dicen hay 30 millones de torcedores, adoradores del paso de Carlitos Tévez, casi un semidiós aquí, es una urbe tremendamente futbolera, por las noches las calles de Villa Magdalena son el epicentro para una tremenda movida nocturna con bares, restaurantes, bodegas y lugares para bailar.

Llegados a Rio, nos quedaba un solo día de descanso, para emprender la partida hacia Brasilia y lo aprovechamos de la mejor manera posible, visitamos el Cristo Redentor, créanme que mi capacidad de asombro se renueva cada vez que uno se encuentra ante tamaña belleza. Ubicado a casi 800 metros, uno de los dos lugares más visitados del mundo junto a la Torre Eiffel, impresiona por la grandilocuencia de tamaño monumento y fundamentalmente por la increíble vista de Río de Janeiro, una experiencia inolvidable que guardáremos por siempre, y que es imperdible de realizar para aquellos que visiten Río, sin adjetivos nos quedamos ante tamaña visón de la ciudad en 360 grados inolvidables.

No hay tiempo para más, el viaje a Brasilia, distante a 1100 km, implica un día de viaje por rutas con mucha curva y contra curva, con mucho morro, donde debemos manejarnos con mucho cuidado, se aceleran los corazones otra vez, la misma increíble sensación de entrar a jugar un partido a todo o nada, el impacto de una nueva ciudad, de un nuevo estadio, los sentidos alertas al máximo para volver a vivir algo que nos apasiona de una manera inexplicable a los argentinos, un nuevo partido de fútbol en busca de la gloria.

Realmente, estamos cansados, agotados, pero con esa adrenalina que tiene el mundial, algo créanme, que un futbolero de ley debiera vivir aunque sea una vez en su vida, como sea, esforzarse por estar, planificarlo, vivirlo, es una sensación tan placentera y extraordinaria que valdría el sacrificio, háganlo, no se lo van a olvidar jamás .

Ah, me olvide de Bélgica, es buen equipo, nosotros debemos mejorar, dependemos de Messi, son todas certezas que se terminan cuando el partido comience, ojalá ganemos, tenemos con que, no va a ser fácil, nada lo es, pero tengamos fe en pasar los fatídicos cuartos y empezar a soñar con la final…