Se realizó la regata “capitán Piñeiro”
EL Club Náutico Atlántico Sud de Puerto Madryn llevó a cabo una regata en honor a la memoria de Sebastián Piñeiro, un activo socio del CNAS, un joven de 32 años con una gran pasión por la navegación a vela, recientemente fallecido.
Más de veinte embarcaciones en el agua, entre veleros, semirrígidos y lanchas participaron de la emotiva ceremonia de arrojado al mar de la urna con sus cenizas, la cual se realizó a bordo del velero Clericó. El Plenamar 23, verde, con un león en su proa que en los últimos años surcó las olas del Golfo Nuevo y el litoral marítimo chubutense con Sebastián Piñeiro al timón.
Aficionados a la náutica, veleristas, familiares directos, amigos y allegados al “capitán Piñeiro” se dieron cita en el Club Náutico. La regata fue solo una excusa para que cada uno, desde su lugar, le rindiera un homenaje en lo que sería su último adiós.
Su familia encabezó la ceremonia, fue un momento duro como toda despedida final, pero poco tiempo hubo para las lágrimas, porque él tampoco así lo hubiese querido, sino que el mejor homenaje es recordar su fortaleza, su vocación permanente por los nuevos desafíos, su pasión por el mar; y seguirá siempre vigente, no solo en el recuerdo, sino en el hijo que está en camino.
La comunidad náutica dijo presente en su despedida, y en su honor se cumplió una regata de marcas, un barlo-sota frente a las costas de Puerto Madryn, la flota de veleros estuvo compuesta por el Nelson Page, Kaland, Sea Wolf, Gavilán, Faraón, Skua, Luba, Marabunta, Baccarat, Lord Jim II, Merhu II, Elegüi, y el Clericó, el barco de Sebastián, al mando de su tripulación y sus más entrañables amigos.
La regata comprendió tres ceñidas y dos popas, en una ajustadísima largada con trece barcos muy próximos a la línea de partida, donde además de los gritos de ‘agua’, se oyó: “Capitán Piñeiro, presente”.
A todos embargó la emoción, la competencia ubicó a los veleros Nelson Page y Marabuta en las puertas de la llegada, y en un gesto de cortesía las embarcaciones abrieron paso al Clericó para que sea el primero en sentir el top de llegada.
No fue una competencia, fue una regata para mantener prendida la llama de esa pasión que supo abrazar Piñeiro por la náutica, la navegación a vela y el mar.
El hantavirus le jugó una mala pasada. Nos arrebató a Sebastián de su presencia. A todos nos apena su partida, pero la vida continúa, nos queda aprender de su garra y empeño que siempre tuvo para hacer las cosas.
Y, será siempre una de las estrellas que se reflejan en las aguas del Golfo Nuevo.