Investigadores de Madryn participan de la campaña del Coriolis II

coriolis II 028El buque científico Coriolis II arribó al Puerto de Comodoro Rivadavia, dando por finalizada la primera etapa de la campaña oceanográfica, que pone al mar del Chubut y el Atlántico Sur en el centro de la ciencia internacional.
La primera dotación de científicos fue recibida ayer en la costa chubutense por el gobernador Martín Buzzi, junto a la embajadora canadiense, Gwyneth Kutz, y autoridades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, como parte de un programa binacional para el desarrollo de un estudio integral del ecosistema marino del Golfo San Jorge (GSJ).
El proyecto consta de cuatro etapas, siendo una parte importante de un plan nacional para el desarrollo del mar de cara a los futuros diez años. El Coriolis II inició su campaña a fines de enero al zarpar del puerto de Buenos Aires y se desarrollará durante todo el mes de febrero, con grupos de científicos canadienses y argentinos a bordo, a fin de desplegar un programa multidisciplinario para el análisis del ecosistema y la geología marina del Golfo, la plataforma y el talud continental.

Estudio integral

Al respecto, el jefe de campaña por el lado argentino, José Luis Esteves, precisó que existen nueve subproyectos que se han ajustado en una serie de cuatro etapas fundamentales.
En primer lugar, el investigador identificó la etapa que acaba de concluir en la zona del Talud Continental denominado Agujero Azul, «una de las áreas estratégicas definidas por la Nación que se encuentra a 300 kilómetros al Este del Golfo San Jorge, una zona de alta producción”.
La segunda etapa se llevará a cabo en la zona de frentes oceanográficos y estación fija del centro del Golfo, donde se realizarán estudios experimentales. “Es una etapa eminentemente física, con una posición en el Golfo donde está instalada la boya que ha comprado la Municipalidad de Comodoro Rivadavia donde se realizarán experimentos”, explicó Esteves.
“La tercera etapa se basa en una grilla de estaciones oceanográficas distribuidas de manera homogénea en todo el Golfo San Jorge para tomar muestras de agua y sedimentos para hacer análisis biológicos y químicos específicos desde el punto de vista de hidrocarburos y metales”, sostuvo el investigador.
Luego vendrá la cuarta etapa que comenzará alrededor del 15 de febrero, donde se desarrollará el estudio geológico del talud y el golfo, para definir cartografía de fondo y ver los tipos de sedimentos y fauna.
“Se abre una ventana muy interesante para todos los investigadores de Argentina que van a poder tener como contraparte a investigadores de Canadá, formando así un inicio de una relación con el Gobierno canadiense”, destacó.
En tanto, el jefe de campaña por el lado canadiense, Gustavo Ferreyra, recordó que la misión se gestó en el año 2008, cuando el entonces intendente de Comodoro Rivadavia y actual gobernador de la provincia, Martín Buzzi, gestionó la formación de un observatorio marítimo en el Golfo San Jorge.
El proyecto creció hasta que en el año 2012 se firmó un acuerdo donde participa el Estado Provincial, la Universidad de Quebec, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación y el CONICET.

Tecnología de punta

Conformado entonces por dos grupos de investigadores, uno de Argentina y el otro de Canadá, con dos jefes científicos y siete investigadores, estudiantes y científicos de cada una de las partes, el Coriolis concluyó la primera etapa de campaña.
El buque fue construido en el año 1990. Pertenecía a la guardia costera de Canadá y se reformó para adaptarlo a este tipo de actividades científicas. El equipamiento que comprende es de punta.
«Todo el equipamiento que hay en el buque es para realizar un estudio completo integrado del golfo desde el punto de vista físico, químico, biológico y geológico que son las cuatro disciplinas puntuales de la oceanografía”, ya que “saber cómo funciona el ecosistema es fundamental para tomar cualquier tipo de decisión”, señaló Ferreyra.
Explicó que existen dos grandes temas en relación con la salud del ecosistema: el cambio climático y el impacto humano sobre el ecosistema. “Los estudios del cambio climático se harán con las boyas oceanográficas y ajustes periódicos mediante proyectos más específicos para estudiar más a fondo algunos fenómenos particulares claves”, detalló y agregó que la idea es definir la circulación del golfo adecuadamente.
«Si uno conoce bien la circulación y la biología de los procesos de degradación de hidrocarburos, por ejemplo, puede modelar hacia adonde se disparará una mancha de petróleo en el caso que se produzca un accidente», explicó Ferreyra, atento a que «esto está asociado a las boyas oceanográficas que tienen sensores de petróleo que permiten también una detección temprana de este problema.

Experiencia personal

Al pie del Coriolis, la directora del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), Mirtha Lewis, precisó que en este primer trayecto se llevó adelante la parte de oceanografía química, a cargo de Esteves, y de biología para el estudio de mamíferos y aves que se denominan predadores tope del ecosistema.
La investigadora señaló que si bien los datos aún están crudos se puede indicar que existe una gran de diversidad después de la milla 200. Y aclaró que «todos los recursos que se producen en ese área, después repercuten en la vida de la plataforma».
“Para ello usamos el nombre de Pampa Azul que se le ha dado en función de la cantidad de microorganismos que hacen a la riqueza de las aguas, para plasmar el futuro que hay en el mar con estas bacterias y microorganismos que se están descubriendo con las nuevas tecnologías microoculares”, explicó la científica.
Lewis resaltó el compromiso con los investigadores que participan de la campaña para procesar y compartir los datos, y señaló que «luego de dos años los datos quedarán liberados para el uso de la comunidad científica, a través del Sistema Nacional de Datos del Mar, del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

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